CULTURA Y DEPORTE: TEÓRICAMENTE UNIDOS, ¿PRÁCTICAMENTE SEPARADOS?
Hace unas semanas, de la que regresaba a casa en coche escuchando la radio, reprodujeron un trozo de una entrevista a José Saramago en el que él mismo se preguntaba por qué a los escritores le preguntaban siempre qué hacían para cuidarse, y sin embargo, esa misma pregunta no se la hacían a los deportistas, es decir, en las entrevistas nunca le preguntaban a un deportista, ¿cómo se cuida usted, qué libros lee, cómo ejercita su mente, qué actividades culturales suele realizar?
Esto me hizo reflexionar sobre por qué hablamos siempre de “cultura y deporte” como un todo y sin embargo, en la práctica son dos conceptos totalmente separados, y en ciertos niveles hasta incompatibles. ¿Por qué nos sorprende tanto que un deportista, como por ejemplo Pau Gasol, sea un deportista excepcional pero también culturalmente incuestionable y sin embargo, no parece que tengamos ese mismo concepto en general sobre otros deportistas que siendo igual de excepcionales, no los asociamos con una vida cultural activa? ¿Influye la cultura que un deportista tenga en su forma de expresarse, en su forma de transmitir ciertos valores, en cómo explica sus derrotas e incluso cómo explica sus propias victorias? ¿Qué entendemos por “cultura”?
Cuando entras en la página web del Ministerio de Cultura y Deporte español, directamente te lleva a la página de “Actualidad”, en la que todos los enlaces son relativos a eventos culturales: la feria del libro de Frankfurt, el Premio Nacional de Ensayo 2022, el Premio Nacional de Fotografía 2022 e incluso el Premio Nacional de Tauromaquia 2022…; parece que no hay nada “deportivo” que resaltar en nuestra rabiosa actualidad. Entonces, ¿por qué este empeño por juntar la cultura con el deporte sin darle la conexión oportuna?
Me puse a investigar sobre el motivo de ésta desconexión ya que para mí son dos conceptos que están naturalmente unidos y conectados entre sí. Uno separado del otro no tiene sentido para que las personas se desarrollen y evolucionen hacia una sociedad más avanzada.
Lo primero que hice fue buscar en la Real Academia de la Lengua el significado de estas dos palabras:
“CULTURA”:
- Cultivo (acción y efecto de cultivar [poner los medios necesarios para mantener y estrechar el conocimiento, el trato o la amistad; desarrollar o ejercitar el talento, el ingenio, la memoria, etc; ejercitarse en las artes, las ciencias, las lenguas, etc.])
- Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
- Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
- Culto religioso.
“DEPORTE”:
- Actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas.
- Recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre.
Aunque ya estas definiciones me daban algunas pistas de por dónde podían ir las cosas, siguía sin resolver mis dudas, hasta que leí sobre el papel de la cultura y también del deporte desde el punto de vista de los Derechos Humanos: https://www.coe.int/es/web/compass/culture-and-sport#What%20do%20we1
Cuando nos referimos a cultura habitualmente nos referimos solo a una pequeña parte de ella, una “subcultura”. Se explica muy bien con el ejemplo del iceberg: de un iceberg sólo vemos una pequeña parte de él, la que sobresale de la superficie del mar, pero si buceamos y nos adentramos en las profundidades, veríamos todo lo extenso que puede llegar a ser. Esto mismo nos pasa cuando hablamos de cultura. Cultura, por tanto, no es solo escribir libros, construir casas, pintar cuadros, la música, el cine…, es también nuestra forma de vestirnos, la manera en la que hablamos, las tradiciones, las lenguas a través de las cuales nos comunicamos, los juegos, la manera de alimentarnos, la manera en la que llevamos el pelo, las religiones, es decir, cultura es TODO.
La Carta Europea de Deporte entiende por deporte: toda forma de actividad física que a través de una participación informal u organizada, tiene por objetivo mejorar la condición física y mental, formando las relaciones sociales o la obtención de resultados en competición a todos los niveles.
Desde esta perspectiva de los Derechos Humanos parece adquirir un completo sentido el hecho de que el deporte sea considerado una “subcultura” dentro de cada Cultura.
Un ejemplo de esto es el artículo que leí en “El Orden Mundial”, y que podéis leer en el siguiente enlace: https://elordenmundial.com/correr-para-vivir-por-que-los-africanos-dominan-el-atletismo-mundial/
En este fantástico artículo no solo se explica el por qué los africanos dominan el atletismo mundial, sino que hacen también una referencia a cómo ha cambiado el atletismo la vida de las mujeres en esa zona de África. Cómo influye el deporte en la vida de las mujeres es un tema digno de un artículo dedicado en exclusiva a él.
Pero, ¿y desde el punto de vista de la neurociencia? Existen numerosos estudios en los que se demuestra que la actividad física tiene un efecto mucho más allá que el plano físico, ayuda también a mantener la salud mental de cada individuo.
Si desde un punto neurocientífico el deporte tiene una influencia en nuestro cerebro a la altura de la cultura entonces ¿por qué hemos de considerar el deporte o la actividad física una subcultura?
Teniendo en cuenta esto, nos encontramos con una crisis como sociedad en la que las personas (adultos, niños/as y jóvenes) pasamos mucho más tiempo sin actividad física y cada vez más tiempo sentados, en interiores y delante de pantallas con las que a menudo tenemos una relación más tóxica que saludable.
Seguimos pensando que un niño tiene que educarse memorizando datos y que para ello tiene que estar sentado delante de un libro durante horas, aunque ello vaya en contra de su propia naturaleza, y que el niño que pasa horas al aire libre, jugando, haciendo deporte (lúdico o de competición), culturalmente está hipotecando su futuro y no podrá llegar a ser un buen médico, ingeniero, abogado… o como más de una vez he oído decir “una persona de provecho”.
Pues dejadme dar algunos ejemplos de este gran error: casos como el de Alex Sorribes (médico y jugador de rugby); Jessica Vall (nadadora olímpica y Bióloga); Saúl Cravioto (Policía Nacional y piragüista olímpico), son casos muy excepcionales y nos sorprende; sin embargo, no nos quedamos tan sorprendidos cuando Haruki Murakami escribe un libro “De qué hablo cuando hablo de correr” y descubrimos en sus propias palabras que gracias al deporte su creatividad se vió gratamente beneficiada. Lo mismo si hablamos de J.R.R. Tolkien (que escribió la magnífica trilogía del Señor de los Anillos después de lesionarse en un partido de tenis, con 40 años) o Ernest Hemingway (que entre sus muchas aficiones el boxeo tuvo un peso importante en su vida y en su obra), o Agatha Christie, que fue una de las primeras británicas que desafió al mar en una tabla de surf.
Por todo lo expuesto no puedo más que concluir que no podemos seguir considerando el deporte como algo subordinado a la cultura o como una pequeña parte de ella, sino que el deporte en sí mismo, tiene tal peso en la vida de cada individuo que debe estar en el mismo plano de los aprendizajes y habilidades fundamentales que una persona debe de adquirir, interiorizar y utilizar durante toda su vida.
Por ello, Cultura y Deporte, Deporte y Cultura no solo hay que ponerlos juntos negro sobre blanco (ya se sabe que le papel todo lo aguanta), tienen que tener una aplicación práctica por igual, dándole la misma importancia en cada fase del desarrollo de una persona. No olvidemos que somos seres pensantes y seres físicos en igual proporción, mente y cuerpo van unidos desde que estamos en el vientre materno hasta el día de nuestra muerte.
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Erica Pérez @deportribu: el deporte ha marcado mi forma de ver, sentir y entender la vida, y no puedo vivir sin él. Abanderada de la corresponsabilidad familiar, puedo hacer muchas cosas, pero no todas al mismo tiempo y sí, necesito ayuda, sobre todo teniendo 3 peques más 1 perrete.
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